A veces el niño se encuentra
erróneamente motivado hacia la escuela o definitivamente sin ninguna aparente
motivación. Lo que se quiere decir aquí, es que la afectividad del niño hacia
la escuela está mal fundamentada. La escuela puede haber sido presentada al
niño como castigo mayor, como algo desagradable pero inevitable. En este caso
su emotividad, es decir, su actitud hacia la escuela es de rechazo, la escuela
y todo lo que ella representa: clases, tareas, profesores, normas
disciplinarias tiene un carácter de desagrado para el niño. Con una estructura
afectiva así el niño no participe realmente en el proceso de aprendizaje. Nunca
entenderá que todo aquello que aprende es para su propio beneficio. Su
ineficacia para aprender lógicamente se reflejará en su desempeño académico lo
que traducido a conceptos evaluativos hará que tenga bajas notas o bajos
conceptos. De donde se ve que se forma un círculo vicioso.
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